Esta semana, la Argentina quedó convulsionada tras la denuncia por violación que la actriz Thelma Fardin realizó contra el actor y cantante Juan Darthes.
Bajo el lema #MiráComoNosPonemos la joven relató cómo el hombre la habría abusado sexualmente en un hotel de Nicaragua, mientras estaban de gira con funciones teatrales de la tira "Patito Feo", y hasta radicó la denuncia formal en ese país.
Fardín lo hizo acompañada por el denominado "Colectivo de actrices Argentinas", quienes le brindaron apoyo y contención para que la joven contara su caso.
Lo que se generó tras esa conferencia de prensa fue una apertura de mujeres que comenzaron a animarse a hablar, a contar sus experiencias, muchas de ellas sucedidas hace años (como el caso de Fardin), guardadas, anuladas, enterradas en cada uno de esos seres.
También pasó en Pilar, donde a través de las redes sociales y cadenas de WhatsApp, fueron muchas las que decidieron romper el silencio y contar esa experiencia desgarradora que aún hoy intentan superar.
Algunas de manera anónima y otras no, las mujeres se volcaron a relatar hechos de abusos en "previas" entre adolescentes, fiestas en clubes deportivos; también en reconocidos boliches de la zona, en domicilios particulares y viajes de egresados.
Las chicas contaron como muchas de ellas fueron obligadas a practicar sexo oral, o a masturbar al abusador. Relatan cómo debieron soportar que las toquen, las vejen, las fotografíen, les invadan los celulares con imágenes obscenas, las acorralen, entre otras espeluznantes situaciones.
Se puede leer en innumerables posteos "Yo le dije que no, pero a él no le importó"; "Me lo saqué de encima y él insistió"; "Me sentí usada"; "Me sentí sucia"; "No quería que me toque, y seguía insistiendo"; "No me soltaba, yo le decía que parara"; "Me obligó a tocarlo".
La lista sigue, es interminable. Noviazgos violentos, relaciones sexuales no consensuadas y más y más mujeres que quedaron marcadas a fuego y que, esta vez, decidieron no callar más.