Desde hace más de cinco décadas se detecta en todo el mundo un incremento claro en los casos de cáncer de piel, relacionado directamente con la costumbre de exponerse al sol sin protección adecuada y con la idea de que el bronceado es saludable.
Lo cierto es que la sobre exposición solar provoca un daño acumulativo en la salud de la piel, por eso es muy importante conocer el nivel de riesgo al cual estamos expuestos: para ello se creó el índice de radiación ultravioleta solar (IUV o ISUV), una medida o convención que define la intensidad de la radiación en la superficie terrestre. Fue elaborado conjuntamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización Meteorológica Mundial y la Comisión Internacional para la Protección contra las Radiaciones No Ionizantes.
Con el IUV la peligrosidad de la radiación se lee de manera sencilla, a través de un número y un rango de colores asociados. Este índice permite conocer la capacidad esta radiación de producir lesiones cutáneas en cada lugar y momento, a fin de adoptar medidas protectoras. Cuanto más alto sea el valor del índice, más posibles son los perjuicios para para la piel y los ojos y menos tiempo tardarán en producirse. Cuando el índice alcanza un valor de 3 o superior, deben tomarse medidas para protegerse del sol. La mayoría de los pronósticos meteorológicos ofrecen actualizaciones sobre este índice para que las personas pueden tomar medidas de cuidado.
La radiación UV del Sol que llega a la superficie depende de varios factores: la época del año (para el hemisferio sur entre los meses de septiembre y abril), la hora del día, alcanzando el valor máximo a la hora del mediodía solar; y la nubosidad (según el tipo y cantidad de nubes pueden bloquear parte de los UV, o por el contrario, reflejar la radiación aumentando su intensidad). Todas estas son las variables que, combinadas, se tienen en cuenta a la hora de elaborar el pronóstico de IUV, que es una medida dinámica, cambiante.
Los efectos agudos de la radiación ultravioleta, según la OMS, son daños en el ADN, quemaduras solares, reacciones fototóxicas y fotoalérgicas e inmunodepresión, que puede considerarse un factor de riesgo de cáncer y dar lugar a la reactivación de virus (por ejemplo, el del herpes labial).
Los efectos crónicos de la exposición en la piel y los labios, según describe la entidad, se clasifican en:
melanoma cutáneo: un tumor maligno y potencialmente mortal;
carcinoma epidermoide (o de células escamosas): un tumor maligno que, por lo general, se propaga menos que el melanoma y suele ser menos letal;
carcinoma basocelular: un cáncer de piel de crecimiento lento que aparece sobre todo en las personas mayores;
envejecimiento prematuro de la piel: pérdida de elasticidad de la piel a una edad temprana, con disminución de la cicatrización de las heridas.
La radiación ultravioleta puede causar efectos oculares agudos, como fotoqueratitis y fotoconjuntivitis (es decir, la inflamación de la córnea y de la conjuntiva, respectivamente). Se trata de efectos reversibles que se pueden prevenir con gafas protectoras y no suelen causar daños a largo plazo, pero son dolorosos y pueden requerir una intervención terapéutica.
Medidas de protección
La OMS recomienda las siguientes medidas de protección contra la exposición excesiva a la radiación ultravioleta:
limitar el tiempo de exposición al sol del mediodía;
buscar la sombra;
ponerse ropa protectora;
usar un sombrero de ala ancha para protegerse los ojos, la cara, las orejas y el cuello;
utilizar gafas de sol envolventes que garanticen una protección del 99% al 100% contra los rayos ultravioleta A y B;
aplicarse un protector solar de amplio espectro en las zonas de la piel que no se puedan cubrir con la ropa.
no usar aparatos de bronceado artificial, porque aumentan el riesgo de presentar cáncer de piel.
Fuente: Agencia DIB