El Juzgado de Faltas de Pilar Nº 2, a cargo de la abogada Virginia Short, presentó una denuncia penal ante la UFI 3, porque se rompieron fajas y se liberó carne que estaba decomisada.
La mercadería, unas 170 medias reses, había sido secuestrada por Bromatología a fines de agosto, luego de que fuera interceptada por el área de Transporte de la Comuna, y estaba depositada en cámaras de frío del mismo frigorífico al que originalmente iban a ser destinadas.
La carne, valuada en unos 5 millones de pesos, venía desde 25 de Mayo, tenía como destino un frigorífico de Pilar y otro de San Martín, y fue dejada en ese lugar ya que la Comuna no dispone de ámbitos grandes de refrigeración.
Transporte y Bromatología habían detectado que la carne circulaba en un camión que no estaba con refrigeración mecánica en funcionamiento, además de revelar que la temperatura de las medias reses oscilaba entre los 20 grados y 24 grados, cuando la indicada es de 8 grados.
Además, en un hisopado que se hizo en el momento, se determinó que la carne no era apta para el consumo por lo que se procedió a destruir parte de la mercadería, aunque llamativamente Bromatología decidió que no sea toda, pese a que eso recomendaban algunos funcionarios conocedores de los protocolos de SENASA.
Fue así que solo se destruyeron unas 5 medias reses por contaminación cruzada con varios tachos que contenían achuras -que además no poseían documentación de origen - y el resto se guardó, por decisión de Bromatología y bajo la guarda del Juzgado de Faltas 2, en el frigorífico Novillo Pampeano, el mismo lugar al que originalmente estaba destinada parte de la mercadería.
La guarda se hizo con el objeto de hacer análisis más pormenorizados, cuando, al menos hasta ese momento, la Comuna siempre decidía la destrucción de los alimentos.
La decisión de Bromatología, incluso, generó cortocircuitos internos entre funcionarios locales. Algunos sostenían que debía destruirse todo, mientras que otros entendían que había que ser más cautos.
Pero enorme fue la sorpresa cuando comenzaron a llegar rumores a la Comuna que indicaban que las medias reses, que estaban precintadas y fajadas, ya no estaban más en el frigorífico.
En ese contexto, desde el Juzgado de Faltas enviaron a principios de esta semana una inspección y, efectivamente, descubrieron que la carne había sido liberada, con destino desconocido, por orden de un veterinario que trabajaría para la empresa, cuyo nombre no trascendió, aunque otras versiones indicaban que pertenecía a un organismo de la Provincia de Buenos Aires.
En casi dos meses, la Comuna ya decomisó más de 20 mil kilos de mercadería en mal estado
“El veterinario decidió que la carne era apta para el consumo y la liberó, cuando eso lo debe determinar el Juzgado de Faltas. Pero al mismo tiempo se estaban esperando los estudios del SENASA, que determinaron que la carne solo podría ser apta para el consumo luego de ser sometida a un proceso térmico que elimine cualquier tipo de bacterias, es decir que no se puede vender como carne fresca, algo que, en principio, el veterinario no aclaró. Es por eso que se hace la denuncia”, señalaron funcionarios de la Comuna a Pilar de Todos, quienes indicaron que la Municipalidad no tiene responsabilidad, pese a que la mercadería estaba bajo la guarda de Bromatología y el Juzgado de Faltas, sino que la misma es “del veterinario que dio la orden para liberar la mercadería”.
Un control complicado
Ya desde un principio el control que desembocó con el decomiso de las 170 medias reses se presentó complejo.
Es que el transportista se negó a entregar los papeles del rodado, que luego se determinó además que no tenía, por ejemplo, seguro ni habilitación, y se refugió en el playón de Novillo Pampeano.
Hizo falta que se convoque a Gendarmería Nacional para que el conductor deponga su actitud y proceda no solo a entregar los papeles del camión, sino a abrirlo, momento en el que se pudo hacer el testeo de temperatura.
Según el remito de origen, las medias reses salieron desde 25 de Mayo con una temperatura de 4 grados, cerca de la medianoche del 23 de agosto, pero al llegar a Pilar había pasado a más de 20 grados, en un trayecto de 186 kilómetros aproximadamente, cuando eran las 6 de la mañana.
Fueron varias horas, entre ida y vueltas y discusiones entre funcionarios, las que se necesitaron para que finalmente se proceda al decomiso, aunque para sorpresa de varios la carne se guardó en el mismo lugar al que iba destinada.