Un negocio familiar forjado a base de esfuerzo y sacrificio está cerca de cerrar sus puertas.
La problemática llega desde la tienda Smile, ubicada sobre la calle Chacabuco de la localidad de Presidente Derqui, local que puede llegar a desaparecer porque la fuerte suba de tarifas y tasas y la pronunciada caída en las ventas no les permite reponer la mercadería con la calidad que acostumbraba.
“Hoy estamos en un 80 por ciento de posibilidades de cerrar. La gente ya no compra y los impuestos han subido demasiado. Hicimos el esfuerzo para poner todo en regla y hoy eso nos está matando. Por darte un ejemplo, por la tasa de Seguridad e Higiene antes pagábamos 200 pesos y ahora pasamos a abonar 500”, expresó Jazmín, la hija de la dueña.
“Si a eso le sumas lo que subieron los servicios - el agua, la luz- se hace imposible”, agregó la joven.
El negocio tiene su espacio físico desde 2012. Pero el entusiasmo de la madre de Jazmín, que prefiere no hablar porque se le quiebra la voz, comenzó mucho antes.
Ella se ganó los clientes puerta a puerta, al mismo tiempo que trabajaba como empleada doméstica: “Yo era chiquita-hoy tiene 18 años- y la acompañaba. Mi mamá iba en la bicicleta casa por casa a ofrecer la ropa y así se hizo la clientela. Sin embargo hoy esa gente no tiene plata”, lamentó la joven a Pilar de Todos.
Pasa una hora mientras se realiza la entrevista y no entra ningún cliente. “Desde febrero hay que esperar a la fecha en la que la gente cobra su sueldo para que entren clientes , si es que entran”, aseveró.
Jazmín agregó que el negocio tenía como objetivo ser la jubilación de su madre que en 2014 fue despedida del trabajo y con esa indemnización se atrevió a darle forma al local que soñaba mientras pedaleaba con la ropa a cuestas años atrás.
“Recuerdo su satisfacción el día que inauguró su local. Fue un premio al esfuerzo, a su sacrificio. Empezó con unas pérgolas y no paró de crecer. Hasta ahora, que el negocio está al borde del abismo y todo el tiempo y esfuerzo invertido puede quedar en la nada”, declaró.
Se hace un silencio rotundo. Los estantes vacíos hablan por sí solos. Jazmín se despide y suelta algo que parecía tener atragantado.
“Lo que más bronca me da es que no a todos se mide con la misma vara porque sobre la misma cuadra hay supermercados chinos que no tienen habilitación para vender ropa y lo hacen igual y nadie les dice nada. La ley no es pareja para todos”, concluyó.