Viernes, 24 Septiembre 2021 13:01

Comedor “Una esperanza en mi barrio”: Ayudar a otros para salir adelante

La institución funciona en el barrio Rivera Villate y asisten unos cien chicos. Romina Muños, responsable del lugar, asegura que el proyecto la ayudó a superar la tristeza tras la pérdida de un familiar. “Ayudar a la gente me dio una motivación para vivir”, cuenta.

La solidaridad fue el camino que encontró Romina Muños para darle sentido a su vida. Es que cuando falleció su suegra, Lucía Pérez, con la cuál entabló un gran vínculo cayó en una fuerte depresión.


Sin embargo, impulsada por su marido Alejandro, ella encontró una nueva motivación para superar la tristeza: ayudar al otro.


Por eso, en 2017 decidió abrir el merendero Una Esperanza en Mi Barrio. Ubicado en el barrio Rivera Villate, de la localidad de Derqui, Romina los lunes, miércoles y viernes les da la merienda a cien chicos de diferentes edades y los martes y jueves también el almuerzo.


“El vínculo con mi suegra era muy especial. La pérdida para mí fue un golpe muy duro. Realmente me deprimí. No tenía ganas de vivir. Imaginate lo que la quería que yo le decía mamá”, le contó a Pilar de Todos.


Por eso, su marido Alejandro Pérez la acompañó e impulsó a salir adelante.


“Yo sé lo que es pasarla mal. Tuve que comer comida de la calle, -fue en plena crisis del 2001-2002-. Por eso decidí dedicar mi vida a mi familia y ayudar a los otros”, explicó.


Junto con Alejandro compran la mercadería para que los chicos y las familias que se acercan al lugar puedan comer una rica merienda o un almuerzo nutritivo.


“Mi marido por suerte trabaja bien y  me ayuda a brindar esta asistencia que a mí, la verdad, me hace feliz. Cocino con mucho amor”, destacó.


También es ayudada por los vecinos que, contagiados por el ímpetu con que Romina hace las cosas, aportan lo suyo a lo que se suma el apoyo del Municipio de Pilar.


La voluntad de ayudar de Romina siempre estuvo presente: “Yo ayudaba sin tener el comedor a las madres que no tenían para comprarles pañales a los hijos. Siempre tuve esas ganas”, sostuvo.


Hoy mientras prepara cada merienda o almuerzo, reconoce que Alejandro “le cambió la vida” y que a Lucía, su suegra, la tiene siempre presente.


“No es casualidad que el merendero abra lunes, miércoles y viernes. Son los días en los que yo la acompañaba a hacerse diálisis. Estar con los chicos, en el merendero me distrae, me da alegría y no suple su ausencia pero me mantiene ocupada y yo sé que si ella estuviera, estaría orgullosa de mí”, subrayó.

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