El próximo 2 de agosto empezará el juicio por la muerte de un joven mendocino ocurrida en el año 2013 en una comunidad terapéutica de Pilar.
Se trata de Saulo Rojas, quien estaba internado en la comunidad «San Camilo», sitio que, tras una investigación del periodista Pablo Galfré que develó maltratos, torturas y abusos, fue clausurado en 2017.
En esta oportunidad, y tal como le confirmaron sus abogados a Myriam Lucero, mamá de Saulo, estará sentado en el banquillo de los acusados Ángel «Pipi» Suñez quien se desempeñaba como uno de los operadores y quien enfrentará cargos por homicidio culposo.
En una entrevista que concedió al programa radial Agenda Propia, de FM Estudio 2 (105.9) Lucero señaló que el hombre «era la mano de obra barata» de San Camilo, comandada por Martín Iribarne y Alejando Jacinto, éste último director terapéutico del lugar.
«Después de la muerte de Saulo yo pedía una sentencia ejemplar para todos los involucrados. Pero Iribarne y Jacinto fueron beneficiados con una probation. Eso me causó mucho dolor porque están las pruebas y los testigos que cuentan lo que pasaba ahí adentro», dijo Lucero. quien también señaló a Súñez como quien presuntamente ejercía «golpes, encierros y abusos».
Saulo llegó a San Camilo, en Pilar, desde su Mendoza natal. «Él tenía diabetes, depresión y problemas de adicciones. En el momento en el que no lo pude parar, fue derivado por medio de una orden judicial a San Camilo donde prometieron atención las 24 horas, médicos, tratamientos y enfermeros a su disposición», relató la mamá del joven.
Pero, dijo Lucero, lo que encontró en el centro terapéutico fue «un sistema macabro» que llevó a Saulo a la muerte.
Saulo había sido encerrado en una celda. Pocos días antes, la mujer pudo hablar con su hijo por teléfono, y, relató, no lo notó bien.
«A los pocos días, me llamaron diciendo que Saulo había sufrido un infarto y que lo habían encontrado en su dormitorio y en su cama, sin vida», recordó Myriam.
Pero luego, la autopsia al cuerpo del joven reveló que su fallecimiento en realidad había sido producto de una asfixia mecánica, en lo que luego se calificó como un suicidio.
«Había fallecido encerrado, aislado y solo. Lo encontraron colgado de una ventana. Nadie lo cuidó y sin dudas que a mi hijo lo dejaron sin esperanzas y sin sueños por todo el maltrato que sufrió», se lamentó Lucero.
Ahora, tras poco más de 8 años, Myriam espera que se haga justicia. Por Saulo, «pero también por todos los chicos y chicas que han fallecido en diferentes circunstancias» dentro de esas instituciones.
«Es importante que esto no siga pasando y que se respeten los derechos de los usuarios, son personas que están enfermas, deben ser tratados como seres humanos», cerró Lucero.