Postula ahora buenos señores altruistas, que "podrían estar descansando" o contando empresas y acciones en la bolsa, contra "feos, sucios y malos" opositores, vagos, corruptos y mafiosos, que a veces son maestros y tantas otras son obreros, piqueteros, simples parias; huérfanos de sol.
La otredad adquiere -entonces- parámetros insospechados para una contemporaneidad cuyos procesos de integración y valores democráticos, en tanto conquistados y pre establecidos, deberían verse garantizados.
Sin embargo, ciertos aspectos y arbitrios de clase, sospechadamente transmutados, transcienden generaciones y atraviesan nuestra propia historia hasta enmudecernos, sigilosa pero certeramente.
Nosotros, la otredad, los distintos, los equivocados de hambre, de odio, que gritamos de miedo, de dolor o indignación, que reclamamos justicia; sin advertir lo antiguo de la proclama, permanecemos invertebrados, coléricos, sospechados de derechos, atrapados en el yugo "ambicioso y corrupto" de una marcha, una bandera.
Nosotros no los entendemos.
No reconocemos el valor patriótico y fundacional que, la "mismisidad" con toda su humanidad, desde lo orgánico de sus huertas, se somete al incómodo sacrificio de gobernarnos, a la "difícil circunstancia" de reprimir protestas y reclamos por cada acción de gobierno que implementan, justificando el garrote, la compra de pistolas que disparan 50.000 voltios o la víspera de un proceso penal a quiénes insistan con elevar la voz.
¿Frente a quiénes estamos?
Insospechado horizonte de clase; la rebelión de los trabajadores contra "psicomórficos" funcionarios modernos, delgados y rapaces, devenidos en oscuros seres peligrosos.
Destruyeron el tejido social, dinamitaron el empleo, la producción, diseñaron una violenta devaluación; programando altos índices de inflación y legitimando finalmente la apertura indiscriminada de las importaciones. Se les acabó la retórica; la grasa militante, los ñoquis del Estado, el segundo semestre, la herencia recibida, la lluvia de inversiones, el mejor equipo de los últimos cincuenta años, brotes verdes, tengan paciencia, y tantísimas frases de ocasión.
Sólo con represión es posible el ajuste, a los bastonazos, entre escuchas y casas marcadas.
No saben cuánto más aprovechar de la "maldita herencia recibida", han secado el lenguaje, por eso se identifican con la permanente degradación de los movimientos populares, pero no los superan, no contraponen una mejor calidad de vida ni la ampliación de derechos, mucho menos la baja de los precios en alimentos y servicios ni la mentada distribución de los recursos que tanto observaron y denunciaron.
¿Quién garantiza la integridad de nuestras familias? ¿Quién reprueba la violencia, la sistemática estigmatización que se emana desde el Estado? ¿Cómo superar los antagonismos con un gobierno que los profundiza?
El desafío tal vez radica en no girar la vista ante la farsa sino en superarla ajustando el foco, la mirada. No callándose.
¿Cuánta confrontación hará falta para que se advierta que en el fondo de la grieta ya hay suficientes borbotones queriendo salir a superficie?
Quién podría negar que se ha incrementado la distancia entre ricos y pobres. Que los programas de protección social frente a la brutal inflación marcan un acelerado retroceso. Que hay mayor marginalidad, y en consecuencia aumenta la criminalidad.
¿Cómo enfrentar un sistema educativo degradado? ¿Con palos, con salarios a la baja? ¿Prevalece la industria sobre la economía especulativa? ¿Se cierran o abren empresas? Que lo responda otro, por favor, para que nadie adjetive este texto como golpista o desacrediten este llamado a la seriedad utilizando cualquier descalificativo de moda, escrito y televisado a diario.
La perspectiva económica es tan mala como en origen ¿obedece a la renta financiera o a la producción y al trabajo? ¿Predomina la protección de la producción de los argentinos o desregulamos el mercado liberando importaciones? ¿Cómo hacemos entonces con el objetivo de reducir la pobreza si no pensamos en el empleo, en las economías regionales, en el apoyo a las pymes, en su crecimiento? Siquiera en la asistencia a la indigencia, eso ya no es falta de voluntad política, es falta de sensibilidad.
En este contexto -diseñado para pocos-, propio del ultra neoliberalismo, se promueve la descalificación de la política, aparecen los sindicatos estigmatizados, el empleo público, el docente, el politizado, el trabajador o quién pregone por restablecer o reclame ciertos códigos éticos y sociales que ponga en peligro la determinante astucia de crear indiferencia, y de masificarla.
Sin lugar a dudas, retoman una vieja forma de control, demonizando al otro, al distinto, que siempre es el trabajador, el obrero, el precarizado o quién sencillamente no comió ayer y piensa cómo hacer para comer hoy.
Construyen contra reloj una opinión pública devastadora, incrementando la posibilidad de confrontación entre ciudadanos, vecinos, en el seno de la familia, alimentando el odio y la exhaustiva organización del caos.
Elijen el caos. Lo necesitan.
Por eso "nos quieren tristes", inciertos, desorganizados, sin referentes ni Dios.
Sin creencia ni participación. Nos quieren solos, desanimados. Quebrados, rotos a palos. Miremos adentro, abracemos futuro.
Vecinos por un Foro Social Barrial
Del Viso, Pilar.